¿Recordais aquello de: Nunca tantos debieron tanto a tan pocos?
Pues esta máxima atribuida a Winston Churchill,
bien se le podría aplicar a la figura de este
héroe gallego. Por contra, es uno de los grandes
olvidados por aquellos que enarbolan la esencia
galaica en tierras ajenas y se atribuyen éxitos,
si los hay, aunque la ideología de los
protagonistas sea políticamente incorrecta. Como
siempre esta historia la protagoniza uno de esos
olvidados.
Quiso el destino que allá, lejos de las
tierras galaicas, en un río llamado : Gallegos,
se enfrentasen dos hijos de las galaicas
tierras. Antonio Soto, sindicalista y
libertador de obreros oprimidos por el régimen
de aquellos días, fue perseguido por Héctor
Benigno Varela, a la sazón, el militar encargado
de erradicar a los huelguistas en los
acontecimientos que se dieron en llamar: La
Patagonia rebelde. Y si bien, Varela nació en
Argentina, era de ascendencia gallega.
Aquellos fueron acontecimientos de mucha
importancia para el futuro inmediato de la
Argentina y se plasmaron en el cine, Película
La patagonia rebelde y en no pocas obras
literarias, De cómo murió el chilote Otey y
Los dueños de la tierra. Entre otras.
Antonio Soto - Sindicalista. A
grandes rasgos
Antonio Soto nace en Ferrol.
(Galicia) en 1897. A comienzos del siglo llegó
a América instalándose en la Patagonia. En
aquella época, en la Patagonia, la ganadería era
una de las principales fuentes de riqueza. Allí,
los capataces británicos empleaban en
condiciones infrahumanas a los indios de la isla
de Chilloe.
La mano de obra era tan barata
que la Patagonia compite con éxito frente a las
potencias tradicionales: Australia y nueva
Zelanda.
Soto inicia su actividad como sindicalista
promoviendo una huelga en el Gran Hotel de
Puerto Gallegos. Más tarde, organiza a los
Chilotes y convoca una huelga general para
mejorar las condiciones de vida de los
trabajadores de las haciendas.
Soto, al frente del consejo rojo, con 500
jinetes bajo su mando, consigue tomar varias
haciendas, pero el ejército argentino
contraataca. Soto y sus hombres son rodeados en
la Anita, una granja de alta montaña. El
ejército vence a los sublevados, fusila a más de
120 chilotes e indulta a aquellos que les
parecían más aptos para el trabajo.
Antonio Soto logra huir a Chile,
donde permanece hasta su muerte.
Para más información sobre Antonio Soto y
la emigración gallega a Argentina, recomendamos
la lectura de los siguientes libros de Xavier
Alcalá: Viaxes no país do ELAL e Arxentina.
La gesta de un héroe de leyenda
Antonio Gonzalo Soto Canalejo nació el 8 de octubre de
1897 en la ciudad de Ferrol. Sus padres eran
Antonio Soto Moreira y Concepción Canalejo
González. El padre murió al poco tiempo de nacer
él, en la guerra de Cuba a bordo del barco
Oquendo. Cuando Antonio cumplió tres años, su
madre se volvió a casar con Eduardo Rey y se
marcharon con toda la familia a Argentina.
Antonio tuvo problemas de adaptación con su
padrastro, lo que fue determinante para que su
madre lo enviase de vuelta para Galicia. Después
de algunos años en Ferrol, en 1914 con
diecisiete años, Antonio Soto regresó a Buenos
Aires. La ciudad era un hervidero político, con
huelgas, manifestaciones y periódicos
anarquistas que llamaban a la lucha.
La revolución rusa de octubre
de 1917 fue, seguramente, el hecho más
significativo para la formación política de
Antonio Soto, como también lo fue para el
movimiento obrero Argentino de aquel momento.
Antonio siguió con gran ilusión los
acontecimientos de los obreros bolcheviques.
A los 22 años, Antonio Soto se
incorporó a la Compañía de Teatro "Serrano
Mendoza", que hacía el recorrido de los puertos
patagónicos. La Compañía, en uno de sus tantos
viajes, se trasladó al puerto de Río Gallegos.
El clima obrero de esta ciudad atrapó a Soto.
Antes de actuar y también al acabar, Antonio iba
a visitar el local de la Sociedad Obrera. Allí
escuchó al periodista vasco José María Borrero,
quien asesoraba a la Sociedad Obrera. Este
periodista le causó un gran impacto. Borrero
tuvo una influencia decisiva en los trabajadores
de Río Gallegos, y fue éste quien vio en Soto un
dirigente con muchas posibilidades de
desenvolvimiento sindical. Tanto fue así que
animó a Soto para que abandonara la Compañía y
se sumase a las tareas directivas del sindicato.
A los pocos meses, el domingo 24 de
mayo de 1920, en una asamblea general de la
Sociedad Obrera de Río Gallegos, adherida a FORA,
eligieron al Secretario General de la misma. El
panorama de aquellos días era de mucha tensión;
por un lado, los peones rurales estaban en
conflicto por conseguir mejores condiciones
laborales y, por el otro lado, los trabajadores
de las haciendas andaban preocupados por la
crisis de allí y los niveles de organización y
de reivindicación de los obreros anarquistas.
Ante estos hechos, la central
sindical declaró la huelga general. La situación
de esos días era muy tensa. La provincia de
Santa Cruz estaba paralizada por los
huelguistas.
La represión no se hizo esperar, la
autoridad militar movilizó a la marina, a la
policía y se volcó en reprimir todo aquello que
olía a huelguista. En un par de horas fueron
encarcelados docenas de activistas sindicales.
Siguiendo los testimonios de la época, Antonio
Soto logró escapar de la persecución,
refugiándose en la casa de una gallega de armas
tomar, que vivía en las afueras de Río Gallegos.
La dueña de la casa era conocida entre los
anarquistas como " Doña Máxima Lista ", o sea,
maximalista.
El 28 de enero de 1921 en el
transporte "Guardia Nacional" embarcó el 10º
Regimiento, al mando del Teniente Coronel
Varela, rumbo a Puerto Gallegos. El 29 de enero
llegó, después de varios meses de estar
nombrado, el gobernador de la provincia. La
llegada del nuevo gobernador Yza, permitió
entrar una etapa de acercamiento entre las dos
partes y comenzaron así las negociaciones.
Durante estos días el gobernador Yza puso en
libertad a los presos sindicales y suspendió el
clima de represión que se vivía en las ciudades
del sur. La actitud dialogante y la promesa de
cumplimiento de las reivindicaciones de los
trabajadores permitió el fin de la huelga.
En julio de 1921 se produjeron
varios episodios que llevaron a la ruptura entre
los obreros y los patrones. Las condiciones
pactadas con los obreros de las haciendas no se
cumplían en toda su totalidad. Mientras tanto,
el contador Eloy del Val, de la Sociedad Anónima
Mercantil de Patagonia en Puerto Deseado, le
dispararon diez balazos por la ventana de su
casa. El motivo era haber despedido a obreros.
El contador salió ileso, pero el atentado tuvo
una gran repercusión en Buenos Aires. Al doctor
Sicardi presidente de la Liga patriótica de
Santa Cruz, miembros de la Sociedad Obrera le
pararon en la calle y le quitaron el arma que
llevaba. Conforme sucedía esto en la ciudad, en
el campo siete haciendas fueron tomadas por los
obreros haciéndose con los caballos. Pero será,
seguramente, la noche del 9 de julio, día de la
patria argentina, un día que marcará los futuros
acontecimientos. Esa noche era la culminación de
toda una jornada de actos patrióticos en
celebración de la Independencia Argentina. El
Hotel Español fue el sitio elegido para realizar
el banquete, en el que participaron las
personalidades más destacadas de la provincia.
Casi cien comensales estaban listos para cenar
cuando uno de los camareros avisa al cocinero
Antonio París, paisano de Soto, que entre los
presentes se encontraba Manuel Fernández, dueño
de la firma Varela Fernández, empresa boicoteada
por orden del gallego Soto. Antonio París junta
a los camareros y en nombre de la Sociedad
Obrera prohíbe que sirvan las mesas. Sus
compatriotas gallegos secundan la decisión del
delegado de la Sociedad Obrera.
La negativa de los gallegos crea una
gran indignación entre los presentes, que
consideraban que era un agravio contra la
Patria. Ante esta situación los presentes
resuelven servirse ellos mismos, bajo la atenta
mirada de los camareros, que ven ganada una
pequeña batalla.
Esta actitud de insubordinación y antiargentinidad , según los
de las haciendas, provocó que los distintos
sectores burgueses hiciesen causa común contra
los trabajadores.
Las tensiones en Río Gallegos cada
vez fueron mayores y Antonio Soto tuvo que
sufrir los ataques de los otros sectores
sindicales alentados por los sectores
reaccionarios.
En Río Gallegos la policía encarceló
a Antonio París, miembro de ka Asociación
Obrera. Durante la detención cerraron el local
sindical. El día 24 de octubre de 1921 se
declaró la huelga general.
En Buenos Aires, el presidente
Yrigoyen volvió a solicitar a su amigo el
Teniente Coronel Varela, para que se hiciese
cargo de reprimir la Patagonia. Mientras el
militar prepara a sus soldados en el Cuartel de
Campo de Mayo, Antonio Soto, el 31 de octubre,
levantó las peonadas de las haciendas
"Buitreras", "Alquina", " Rincón de los Moros",
"Glencross", además de "La Esperanza" y "Bella
Vista". Una larga columna de 300 obreros rurales
se aproximó a Turbio y a Punta Alta. Los Otros
delegados levantaron al personal de todas las
haciendas desde Largo Argentino hasta Punta
Alta. En menos de siete días, seis hombres
sublevaron la extensísima región del sureste del
territorio Santacruceño. Esta primera parte,
dirigida por Soto, fue absolutamente pacífica.
El movimiento buscaba la libertad de los presos
de Río Gallegos. El 5 de noviembre todo el sur
de Santa Cruz se paralizaba. Varias son las
columnas de sesenta, de cien, de doscientos
hombres que marchan con la bandera roja por las
desoladas tierras del sur.
La noche del 6 ó 7 de diciembre fue
una de las más largas de la vida de Antonio
Soto. Los militares estaban a la puerta de la
hacienda " La Anita ". Los trabajadores se
reunieron en asamblea. Juan Farina, de origen
chileno, propuso acabar con la huelga y negociar
con los militares. La mayoría de los peones
chilenos apoyaron la propuesta. Después habló el
anarquista alemán Pablo Schulz, quien señaló que
la única forma de triunfar era peleando.
Antonio Soto, con una asamblea
propensa, jugó su última carta y propuso que se
enviaran dos hombres con bandera blanca hasta
donde estaban las tropas y que pidieran las
condiciones mediante el jefe militar, sobre la
base de la libertad de los compañeros de Río
Gallegos y el cumplimiento de las cláusulas del
convenio del año anterior. Dos chilenos serán
los encargados de dicha misión. Al llegar a la
zona de los militares son automáticamente
fusilados, negándose aquellos a cualquier tipo
de negociación. Los jefes militares envían tres
soldados con bandera blanca, para comunicarles
que el ejército sólo está dispuesto a ofrecerles
la rendición incondicional, y que a cambio
serían respetados y tratados con corrección. Los
dirigentes piden el plazo de una hora para
reunirse en asamblea. El dirigente chileno
Farina es partidario de aceptar la propuesta de
los militares. Schulz, por el contrario, es de
la opinión de, más que nunca, resistir. Mientras
tanto, Soto dará el discurso de su vida. Osvaldo
Bayer relata sí esta parte de la asamblea: " En
tono más que dramático, a gritos llama la
atención de todos. Este más gallego que nunca al
hablar:
-Os fusilarán a todos, nadie va a
quedar con vida, huyamos compañeros, sigamos la
huelga indefinidamente hasta que triunfemos. No
confiéis en los militares, son la ralea más
miserable, traidora y cobarde que habita en la
tierra. Son cobardes por excelencia, son
resentidos por estar obligados a vestir uniforme
y tener que obedecer toda la vida. No saben lo
que es el trabajo, odian a todo aquel que goza
de libertad de pensamiento. No os rindáis,
compañeros, os espera el amanecer de la
redención social, de la libertad de todos.
Luchemos por ella, vayamos a los montes, no os
entreguéis.-
Golpea los puños, se
golpea en el pecho, chilla, hasta le caen las
lágrimas cuando la gente no le responde nada.
Ahí está Antonio Soto, alto, con una gorra
revolucionaria, hablando de lo que es la
libertad. Intenta levantar con sus palabras un
ánimo definitivamente muerto y conforme ya con
su suerte. Soto no se quiere dar por vencido. Es
ésta su última asamblea, allí, frente a ese
paisaje maravilloso.
-Sois obreros, sois trabajadores.
Seguid con la huelga, triunfad definitivamente
para conformaros con una nueva sociedad donde no
haya pobres ni ricos, donde no haya armas, donde
no haya uniformes, donde haya alegría, respeto
por el ser humano, donde nadie se tenga que
arrodillar ante ninguna sotana ni ante ningún
mandón.-
La asamblea pasará a votar y ganará
la posición de fardan. Schulz dirá que está
totalmente en contra pero acatará la decisión de
la asamblea. Soto, por su parte, se va a
manifestar también en contra de ésta, indicando
que él no va a caer en las armas de los
militares y que no va a dar su vida en forma tan
miserable. Hace una última llamada a todos para
que le sigan. Soto se despide diciendo:
"Yo no soy carne para
echársela a los perros. Si es para pelear, me
quedo, pero los compañeros no quieren pelear".
( testimonio de Fernández y Lada ).
A Soto le siguen doce huelguistas, y
aprovechan la caída del sol para huir a caballo
rumbo a la Cordillera. Esa noche fue terrible.
Los militares realizaron una auténtica
carnicería humana y la mayoría de los
huelguistas rendidos fueron humillados,
torturados y fusilados. Según las cifras que se
manejan, entre quinientos y seiscientos fueron
los huelguistas que se rindieron en la Hacienda
La Anita. Según los anarquistas de fuera, en la
Anita se fusiló entre 150 y 250 huelguistas y
durante el tiempo que duró el conflicto,
alrededor de 1.500 trabajadores.
Antonio Soto y su grupo fueron a Chile por
el paso de Sentinela, después de cinco días
cabalgando por la Cordillera perseguidos por el
ejército argentino y los carabineros chilenos
que intentaban que no entrasen en el país. Soto
logró llegar a Puerto Natales. Allí los
compañeros de la Federación Obrera esconden a
Soto. Los dirigentes chilenos, conocedores de
los peligros que corría en esa ciudad, deciden
enviarlo en barco hasta Punta Arenas, donde
encontrará refugio en la propia sede de la
Federación Obrera de Magallanes. En Punta Arenas
permanecerá algunos días hasta que por
recomendación de sus compañeros tendrá que
seguir rumbo a Valparaíso. Soto se instaló en un
pequeño hotel del puerto de esta ciudad, donde
conoció a la hija de los propietarios de la
vivienda en la que residía. A los pocos meses se
casó con Amanda Souper y se trasladó a Iquique,
al norte de Chile. Con su primer matrimonio tuvo
seis hijos: Alba, Antonio, Mario, Aurora ,
Amanda y Enzo. En esta ciudad de salinas tuvo su
primer accidente y se trasladó a vivir a
Santiago de Chile. Aquí siguió su actividad
política de forma clandestina mientras trabajaba
como chofer de su propio autobús. Las
persecuciones policíacas le llevaron a mudarse
de domicilio continuamente hasta que decidió
trasladarse a Valparaíso y se decidió a marchar
como peón rural hasta que se instaló en Punta
Arenas, para después trasladarse a Puerto Natale.
En esta ciudad se instaló un cine al que se le
dio el nombre de "Libertad". Aquí no le fueron
las cosas muy bien, lo que le empujó a retomar
su oficio de trabajador rural, siendo, durante
muchos años, asesor de los sindicatos del sur
chileno.
En 1936 cuando se declara la guerra
civil en España, Soto intenta ir a luchar por la
república, pero su salud no se lo permite. El 5
de marzo de 1938 se vuelve a casar con una
chilota ( de la isla de Chiloe ), Dorotea
Cárdenas, con quien tendrá una hija, Isabel
Soto. En 1945 se trasladó a Punta Arenas, donde
trabajará como obrero de una fundición en la que
arreglaban motores de barco, luego montará un
puesto de frutas en el mercado y después un
Restaurante llamado "Oquendo", en homenaje al
barco en el que navegó su padre.
Durante estos años funda el Centro
Republicano Español, el Centro Gallego y la
filial de la Cruz Roja Internacional.
La salud le obligó a dejar el
restaurante, por lo que decide poner una
pensión, que llevará su apellido y que está
situada en la calle Ecuatoriana, y se apoyaba
económicamente con un camión que hacía fletes
desde el puerto.
En 1962 abandonó todo tipo de
trabajo y el 11 de mayo de 1963 fallece en punta
Arenas a los 65 años, a causa de una trombosis
cerebral.
Una verdadera multitud le acompañó
hasta el cementerio. La comitiva estaba
encabezada por banderas de la Cruz Roja, el
Centro Republicano y por la bandera gallega
llevada por el Centro Gallego.
Agradecimientos al centro gallego de
Buenos Aires que aportó esta biografía.
Podría extenderme
más, pero es innecesario. La documentación sobre
Soto es harto extensa en la red y a estas
alturas ya nadie aporta nada nuevo a su
biografía y a los acontecimientos del río
Gallegos. Sin embargo si querría dejar patente
la intención de este tipo de artículos, y la
intención no es otra que sacar a la luz estos
héroes silenciosos y silenciados por la cultura
que nos han impuesto en este país.
En algunas ocasiones me he quejado, y en algunas
otras me seguiré quejando, del oscuro interés
que impera en los estamentos políticos,
religiosos y más triste aun, los culturales, en
silenciar y opacar ciertas figuras históricas
de Galicia. Es como si quisieran anular ciertos
comportamientos en los habitantes de aquellos
pagos. Da la impresión que lo único interesante
en las galaicas tierras es el marisco, el lacón
con grelos, el condumio barato y que somos
muy trabajadores. La cosa se tuerce si nos
hacemos sindicalistas, piratas, comunistas,
aventureros, descubridores y otras cosas aun
peores, restando protagonismo al resto de la
"nación".
A veces la vergüenza y la
envidia me invaden al ver como otros países,
otras sociedades, encumbran a sus héroes. Y más
tristeza siento aun al ver como este país en el
que vivo ensalza a esos países que ensalzan a
sus héroes, olvidándose de los propios. Esta
España mía, esta España nuestra, ve como tres de
sus autonomías reclaman el nacimiento de Colon,
y sin embargo una caterva de salta charcos
patrios según la ocasión, se inclinan por la
versión genovesa y la hacen oficial. Versión
carente de peso especifico, o cuando menos con
el mismo peso del que hacen gala otros
reclamantes. Esa miasma de sofistas amantes de
la bandera y reclamantes de la pecunia,
propagantes de soflamas patrióticas
mientras practican el servilismo. Esos son los
que quieren silenciar la historia de Galicia, y
mientras en Argentina se estudia en las escuelas
las revueltas del río gallegos y las biografías
de aquellos héroes, en nuestras aulas se estudia
a ratos, las aventuras y desventuras de la vida
sexual del lagarto de Java, por cortesía del
ultimo plan estatal de educación. Si es que
somos el orgullo del tercer mundo y ¡Olé!
Es por eso que trato de arrojar luz sobre este
tipo de personajes. Seguramente, muchos de
vosotros no conocíais este instante histórico de
Argentina. Muchas cosas cambiaron en aquel
entonces, y podríamos decir que en parte fue
gracias a un gallego llamado Antonio Soto. A
partir de aquí ya es cosa vuestra seguir
investigando, todo depende de cuanto os interese
la historia, o la ausencia de ella.
Enlaces de interes.
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